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Introducción |
Oración Introductoria |
Oraciones Preliminares |
Cuentas del Rosario |
Oración de Conclusión |
A las Tres de la Tarde
N LA
TARDE de viernes, del 13 de septiembre de 1935, Santa Faustina tuvo
una visión de un ángel, el ejecutor de la ira de Dios.
Cuando la santa vio las señales de la Ira Divina, que estaban a punto
de caer sobre la tierra,
ella comenzó a implorarle a Dios que tuviese
misericordia del mundo. Las palabras con las que ella le suplicaba a Dios
fueron repetidas con más perfección al día siguiente
en otra visión interior en donde la Corona de la Divina Misericordia
se definió en su totalidad (Diario, 474-476).
En
su Diario, Santa Faustina proporciona una descripción profunda de
la función del auto-sacrificio y el sufrimiento en la vida cristiana.
Ahora, es verdad que Santa Margarita María Alacoque nos ha dejado,
a través de sus escritos y su vida ejemplar, una explicación
definitiva del significado del sufrimiento cristiano en general,
pero el mundo moderno, marchitado como está
por todos sus terrores diabólicos del modernismo comenzando con la
Primera Guerra Mundial, tiene su propia caracterizada necesidad urgente de
arrepentimiento y misericordia. Y el Diario de Santa Faustina expresa esta
urgencia con claridad conmovedora.
La Corona de la Divina
Misericordia tiene aprobación total de la Iglesia, y es muy apropiada
que la oremos constantemente, para que Dios pueda mitigar su ira sobre un
mundo que se vuelve cada vez más pecaminoso y corrupto. Así
como los desastres naturales de hoy día
se han vuelto más severos y destructivos, así también,
nuestras oraciones tienen que volverse más intensas.
Oración
Introductoria
La
Señal de la
Cruz. La
Corona de la Divina Misericordia es rezada con las cuentas del
rosario tradicional. Así que para empezar,
sostén el crucifijo del rosario en la mano derecha y haz la señal
de la cruz, tocando con el crucifijo su frente, pecho, y sus hombros, de
izquierda a derecha. Haz la señal deliberadamente y con reverencia,
porque cuando haces la señal de la cruz, estás aceptando
místicamente la crucifixión de tu propia identidad. Este
pensamiento debe hacerle pausar.
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(La frente) |
EN
el nombre del Padre, |
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(Pecho medio) |
y del Hijo, |
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(Hombro izquierdo) |
y del
Espíritu |
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(Hombro derecho) |
Santo. |
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Amén. |
Oraciones
Preliminares
El
Padre Nuestro.
A
propósito, ponga mucho cuidado de no ligar juntas las siete peticiones
del Padre Nuestro (Mateo 6:9-13). Dí esta oración
lentamente, cuidadosamente, y claramente.
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PADRE
nuestro, que estás en el cielo, |
(1) |
Santificado sea tu
Nombre, |
(2) |
Venga a nosotros tu
reino, |
(3) |
Hágase tu
voluntad |
en la tierra como en
el cielo. |
(4) |
Danos hoy nuestro pan
de cada día; |
(5) |
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; |
(6) |
No nos dejes caer en
tentación |
(7) |
y líbranos del
mal. |
Amén. |
Ave
María.
DIOS
te salve, María.
Llena eres de gracia:
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén. |
El
Credo de los
Apóstoles. Mientras
continuas agarrando el crucifijo, reza el Credo de los
Apóstoles.
CREO
en Dios
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo,
su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado,
muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día
resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha
de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida perdurable.
Amén. |
Las
Cuentas
Al comienzo de cada decena en
las cuentas grandes:
PADRE
eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu
amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, en propiciación
de nuestros pecados y los del mundo entero.
En cada cuenta de la decena en
las cuentas pequeñas:
POR
su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. |
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Oración
de Conclusión
Al terminar:
SANTO
Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. (3 veces)
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A las
Tres de la Tarde
Jesús le dijo
a Santa Faustina, Te lo recuerdo, hija mía, que cuantas veces
escuches el reloz sonar a la tercera hora, sumérgete completamente
en mí Misericordia, adorándola y glorificándola; invoca
su omnipotencia para el mundo entero, y particularmente para los pobres
pecadores, porque en ese momento la misericordia fue abierta enteramente
a toda alma. . . . haz todo lo posible para hacer las Estaciones
de la Cruz en esta hora (Diario 1572).
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